Antes de 2019, Sudán era una dictadura gobernada por Omar Al Bashir, quién utilizó al ejército para reprimir a la población y apoyó la creación de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), una milicia paramilitar acusada de realizar actos genocidas.

En 2019 un golpe de Estado liderado por el ejército y las FAR derrocó a Al Bashir. Pese a inicialmente prometer la transición a la democracia, ambas facciones armadas decidieron perpetuarse en el poder de manera indefinida. En abril de este año se inició una guerra civil entre ambas facciones debido a desacuerdos sobre su distribución de poder en el gobierno, ninguna de las dos facciones tiene apoyo popular.

Debido a que el conflicto amenaza con desestabilizar la región del norte de África, diferentes actores de la comunidad internacional han intentado mediar entre ambas facciones.

En 2022, Brasil registró un déficit fiscal de 88.026 millones de dólares, siendo uno de los países con la mayor deuda pública del mundo. Para gestionar el déficit fiscal, Bolsonaro emprendió un proceso de privatización de 8 empresas públicas de servicios como electricidad, correo, telecomunicaciones y servicios de información de seguridad social. Bajo su mandato presidencial en 2023, Lula Da Silva frenó los proyectos de privatización de empresas públicas.

Las religiones exotéricas se enfocan en las prácticas y creencias de fácil acceso que son compartidas por un amplio grupo de personas. Estas no requieren conocimiento especializado o iniciación previa y suelen estar más arraigadas en dogmas y rituales formales que son transmitidos públicamente. A menudo tienen una estructura organizada, instituciones religiosas establecidas y una divulgación amplia de sus textos sagrados y doctrinas. Ejemplos son el catolicismo, el islam sunita, o el judaismo convencional.

Las religiones esotéricas se centran en la sabiduría interior y la búsqueda de una comprensión más profunda de la realidad. Tienden a ser selectivas en razón de que acceder a ellas requiere de conocimiento especializado sobre sus dogmas y rituales. Sus prácticas se centran más en el individuo, ya que la experiencia directa y la transformación personal son aspectos importantes. A menudo se busca la unión de la persona con lo divino. Ejemplos son el cristanismo cataro, el sufismo en el islam o el judaísmo cabalista.

En 2019, la Corte Penal Internacional (CPI) decidió cerrar el caso de la intervención militar de EE.UU. en Afganistán. Como justificación, la CPI ha señalado la inestabilidad política en el país y las tensiones que se podrían generar a partir de cambios en el panorama político en Afganistán y los Estados clave, con el potencial de afectar - por ejemplo - las Conversaciones de Paz en el país o fortaleciendo los ataques Trump a la Corte.

La comunidad internacional ha criticado la falta de investigación y judicialización de los responsables del conflicto, presentando peticiones para que la CPI reabra el caso e investigue posibles crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad.

En el sistema procesal judicial existen dos corrientes de pensamiento:

El garantismo supone que no existe una verdad absoluta, sino una verdad histórica que se construye exclusivamente a partir de los argumentos de las partes en disputa. La persona jueza debe abstenerse de intervenir sustancialmente en el proceso y debe dejar a las partes encargadas de buscar todo el material probatorio posible para demostrar sus pretensiones. Las personas juezas se limitan a ser un tercero imparcial que debe tomar una decisión a partir de la información brindada.

El activismo supone que la persona jueza es una asistente social que debe intervenir activamente en el proceso para lograr que la decisión de fondo esté fundada en la verdad absoluta. La persona jueza debe actuar de manera creativa, solicitando pruebas y testigos, independientemente de la diligencia de las partes en resolver la disputa.